Los datos que inspiran a nuestros proyectos
805 millones de personas padecen el flagelo del hambre en el mundo.
161 millones de niños sufren retraso en el crecimiento debido a la desnutrición crónica, es decir, no tienen la suficiente talla para la edad que tienen.
51 millones de niños sufren desnutrición aguda, es decir, no tienen el suficiente peso para la talla y esta es más peligrosa que la desnutrición crónica. (Es la que lleva a la muerte) (FAO, 2013).
Nuestros niños en el mundo
De acuerdo a la UNICEF, uno de cada cuatro niños menores de cinco años (165 millones, o el 26% de la población en 2011) sufre desnutrición crónica. La desnutrición crónica, o baja estatura para la edad, se asocia con un anormal desarrollo del cerebro, por lo que es probable que tenga consecuencias negativas en la vida de un niño a largo plazo. Un niño con desnutrición entra en la edad adulta con una mayor propensión a tener sobrepeso y a desarrollar enfermedades crónicas. El momento crucial para satisfacer las necesidades nutricionales de un niño es durante los 1.000 días desde el embarazo de la madre hasta el segundo cumpleaños del niño. La tercera parte de las muertes de niños menores de cinco años son atribuibles a desnutrición.
Nuestro compromiso es con la gente
El Programa Mundial de Alimentos anuncia que alrededor de 805 millones de personas en el mundo no tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa. Eso es alrededor de uno de cada nueve individuos en la tierra. La gran mayoría de ellos, viven en países en desarrollo, donde el 13.5% de la población presenta desnutrición. Si las mujeres agricultoras tuvieran el mismo acceso que los hombres a los recursos, el número de individuos con hambre del mundo podría reducirse hasta en 150 millones.
Fuente: que se apoya en los documentos de el Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo, FAO, 2014.
Nuestras madres gestantes
Las madres desnutridas tienen una mayor probabilidad de dar a luz niños con bajo peso al nacer comparadas con las madres nutridas de manera adecuada.
La Anemia afecta al 50% de las mujeres en gestación de los países en desarrollo (FAO, 2013).
Nuestros mayores
Una alimentación inadecuada en ancianos incrementa la vulnerabilidad del sistema inmunológico, aumenta el riesgo de infecciones, puede producir atrofia muscular, niveles altos de azúcar o grasas en sangre, debilidad, apatía, mayor riesgo de fracturas óseas y menor respuesta a la medicación. La principal consecuencia de todo ello es un aumento en la frecuencia de individuos con malnutrición global o especifica para algún nutriente concreto.
Los ancianos pierden interés en los alimentos a menudo debido a su pérdida de olfato, problemas de deglución, alteraciones en la masticación o dificultades en la digestión o motilidad gastrointestinal. A menudo pueden verse afectados por sentirse solos, no gozar de una salud plena (Por hipertensión, diabetes, insuficiencias cardiacas o patologías “inductoras” de dependencia funcional: Parkinson, ACVA, artrosis y a menudo, mala situación económica).
Comprendiendo este cuadro, creamos soluciones a la medida de cada grupo de individuos.
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